La vida humana es en gran parte estética, belleza, lo primero que se nos presenta a la vista es la forma de todo lo existente, como diría Epicuro: ¡serénese y contemple toda esta voluptuosidad, querido Platón, deje el mundo de las ideas y ya profundizaremos después! La alegría ante lo bello es algo que no debe perderse, siempre que no nos quedemos estancados en ese punto sin llegar a explorar la esencia más allá de las formas.
En este asunto, detrás de palabras como moda, "salud", "ideal de belleza", "creatividad", pueden esconderse la ostentación, la mentalidad de rebaño, la sumisión a la apariencia, la negación de uno mismo, la imposición y la alienación. Dejarse arrastrar no es raro viviendo en sociedad, y muchas veces nos dejamos llevar por la corriente aún de forma inconsciente, y sobre todo esto no se habla mucho precisamente, hay mucha condescendencia y dejar estar.
Lo peor de la moda es su relación con el consumismo, buscar novedades incansablemente cuando nos hartamos (con una increíble rapidez) de lo que llevamos puesto, lo que me lleva a recordar al "mejor tirar que remendar" que decían en la sociedad de "un mundo feliz" de Huxley. Parece como si cada cambio de armario que nos sugieren hacer tuviera la intención de tenernos entretenidos con estupideces y niñerías para no pensar en temas más trascendentes y urgentes. Y esto se hace consciente e inconscientemente de muchas otras maneras, como ya sabemos. Incluso algunos diseñadores llegan a la hilaridad y a la extravagancia con vestuario tal que nadie se pondría a no ser para salir en carnaval.
Aunque nos centraremos más bien en la moda en su ámbito textil y corporal sobre todo, ocurre lo mismo en música o en cualquier tipo de actividad, y es que se termina decidiendo un modelo o creación como mejor y más digno de consideración, admiración y culto. Es verdad que como sociedad no es totalmente malo que lleguemos al consenso en variados temas, dado el beneficio que nos puede traer en muchas ocasiones, pero la cuestión concreta a la que nos referimos esta vez es un caso en el que ese consenso nos lleva al automatismo, a dejarnos arrastrar por la presión pública social en exceso, y a crear monopolios del gusto y las ideas. Pensad en qué terrible y aburrido sería el mundo si todos vistiéramos igual y pensáramos lo mismo; nuestro objetivo más loable en este tema sería poder darle otro significado más luminoso y reflexivo a la moda y a sus "modales". La moda se convertiría en una actividad que fomentaría mucho más la creatividad, sin caer en el absurdo al que a veces nos ata, además de defender la salud de las modelos al proponer una talla mínima racional, pues la que ahora se impone es fatal e insalubre. En resumen, hacer de la moda una actividad más benévola y amplia en valores.
Lo que digo sobre las tallas lo creo razonable, aunque comprendo que no todo el mundo puede permitirse estar más sano a pesar de hacer dieta o ejercicio. En unos casos se quiere adelgazar porque se tiene un peso excesivo (casos más graves como obesidad mórbida, donde hay más peligro de sufrir enfermedades cardíacas) mientras que en otros hay gente que piensa que necesitaría algún kilo de más (es mi caso) pero su metabolismo no les permite ese cambio. Preocuparse por el peso corporal cuando es por nuestra salud no tiene nada de raro, es lo lógico. Pero la persona que elige dedicarse a ser modelo se enfrenta a la presión por cambiar su cuerpo para adaptarse a la talla estándar que se le pida, a costa de su salud, sufriendo privaciones alimenticias, y en los peores casos hasta el punto de que sus seres queridos vean cómo se va arrastrando hacia un pozo sin fondo que puede llevarle hasta el ataúd. Un precio muy caro a pagar que lleva incluido perder la propia dignidad humana.
Añádase al "ideal de belleza" y a la presión social el machismo, y ya tendremos un cóctel de putrefacción completo como veremos. El caso es que el ideal de belleza masculino se podría decir que siempre ha sido el mismo; es verdad que el hombre tenía que ser fuerte y musculoso, según la sociedad para trabajar y defender a su familia, y las mujeres atender a los hijos sobre todo, y éstas además se fijan menos en el físico, pero no nos compete ahora debatir sobre ello. Lo que nos interesa es que el cuerpo del hombre como objeto de deseo se muestra siempre como sano y fuerte, ni raquítico ni gordo en exceso. No puedo argumentar otros factores por los que al hombre se le impuso un modelo de cuerpo único y sin embargo el cuerpo ideal femenino ha cambiado a lo largo de las épocas, pero es evidente que para la sociedad machista la mujer era un objeto más, así aparece en el cambio de gusto del hombre el que la mujer se adapte y crear así otra forma de dominación, un mundo en el que el hombre ejerce un papel activo y la mujer pasivo, ellas sólo deben buscar un hombre que las proteja y "guíe" y ellos pueden ser caprichosos y elegir no sólo su ideal de mujer, sino también su vida en general más independiente dando rienda suelta a su voluntad. Lo más gracioso y contradictorio es que tanto en cuerpos como en géneros musicales o cualquier otro asunto, al final por mucho que se imponga una mayoría, cada uno tiene sus diferencias frente a todo ello. Porque, ¿quién tiene derecho a decirnos lo que es la belleza para nosotros?
Si al final elegiremos según nuestras preferencias personales e intransferibles, ¿para qué la norma, si sabemos que no somos iguales decidiendo lo que queremos y nos apetece? ¿Acaso a veces la moda es un instrumento para imponer, sojuzgar y someter, otra forma más de alienación y dominación social? Parece la suposición lógica detrás de tanto teatro.
A algunos les llena su tiempo de ocio preocuparse por asuntos como "qué me pongo hoy" o "esto ya no se lleva, necesito comprar ropa nueva", y éso con un armario en el que ya apenas cabe nada más, Aquí no prima el disfrute benévolo de la belleza estética y la comodidad, sino el consumismo y el "ya me cansé de esto". Evidentemente nadie tiene que vestirse como hace dos siglos, pero otra cosa es cambiar ya a la semana de vestuario y quedarse en la ostentación y el pavoneo social, convirtiéndose en una oveja sin voluntad más del rebaño y que no destaca más que por su lana mucho más vistosa y arreglada.
El reino de la opinión es sólo eso, el diálogo entra ahí para confrontar ideas y sacar conclusiones y argumentos para razonar entre todos y alcanzar una realidad más rica y apasionante. Por ello dejemos a cada uno que tenga su visión de valorar la belleza, y si no afecta a la vida privada de los demás no metamos el hocico en cocido ajeno. Dejemos a los maestros del adoctrinamiento y el atontamiento social caer en la marginación, que se vayan con sus gustos y normas prefabricadas con fines maléficos a otra parte, y que busquen a los que estén dispuestos a ser ovejas, aunque acaben cayéndose todos por el acantilado de lo superficial. Y vosotros, elegid en libertad, pues por mucho condicionamiento que haya siempre nos quedará un hueco para ser nosotros mismos.